En la reunión ADA Roerich los miembros de Observadores de la semana del Día Internacional de la Convivencia en Paz, se llegaron a las siguientes reflexiones. El tema está en lo de siempre… ¿El cuerpo social que conformamos los seres humanos tomará conciencia de ello y obrará como es adecuado? ¿No será que la Sociedad precisa de verdaderos Gurús que la guíe?

Antonio E. nos dice sobre La Convivencia:

La igualdad se entiende como atribución de un mismo valor de  todos los seres humanos respetando todas las ideas; políticas, culturales  raciales y religiosas. No todos pensamos y nos comportamos igual. Somos diferentes y en esa  diversidad de  los valores radica el respeto de una sociedad más justa.   Tenemos derechos y también deberes para una convivencia más igualitaria, como una gran familia, en donde podamos convivir, poniéndonos de acuerdo  y reconociendo los límites de cada uno. A  través de la diversidad de valores y la educación   nos convertimos en personas actas y positivas para  vivir en sociedad.

Y sobre la Convivencia Espiritual añade:

La convivencia espiritual es compartir un espacio en el que se desarrolla una serie de enseñanzas espirituales encaminadas a una mayor ampliación de la conciencia. En el grupo se comparte y se fomenta la relación entre los componentes  ayudándose unos a otros para una mayor coexistencia, fuera de todo personalismo, donde lo importante es la unión interna y aplicando el  esfuerzo y el trabajo para el bien común.   Las enseñanzas corren a cargo del Instructor y van encaminadas a un mayor crecimiento grupal para luego llevar esas enseñanzas y aplicarlas en la vida diaria. El Instructor proyecta las enseñanzas de los Maestros,  motiva al grupo para llevar a cabo las distintas actividades culturales como método activo para trabajar para un nuevo despertar espiritual de la Humanidad donde la luz y el amor prevalezcan sobre el mal y la oscuridad.

Itsaso B. comenta:

Para mí, convivencia es la acción de convivir. Del Latín “convivere” es vivir en compañía de otro u otros. El primer paso para una convivencia es el respeto a los demás. Respeto al otro, a lo distinto, a lo que está fuera de mí, de uno mismo. Respeto sabiendo que el otro también es un ser humano y como tal tiene derecho a todo lo que tú quieres para ti. Derecho a ser feliz, a poder realizar aquello o aquellas actividades que a una le gustan o que tiene como objetivo en la vida.

Cuando te das cuenta realmente que las cosas básicas de la vida que quieres son aquellas que quieren los otros, es más fácil respetarlos y por ende se hace más fácil la convivencia. Además si queremos que nos respeten, tendremos que respetar a los demás. La libertad es el otro factor para la convivencia. Libertad de pensamiento y de acción. Libertad de la ideología política o apolítica. Libertad de religión.

Cuando vemos al otro, vecino o lejano, distinto; con el sentimiento de enemigo surge la crispación y el conflicto. Conflicto entre personas, pueblos, naciones etc.

Por otro lado la convivencia en un grupo espiritual ayuda el hecho de que todos tienen el mismo objetivo. Lo que es bueno para uno, lo es para todos.

El Instructor, que es el que tiene el contacto directo, guiará al grupo. Es el nexo de unión y el que alimenta espiritualmente a cada integrante del grupo y al cuerpo del grupo. La disciplina yóguica es indispensable.

En todo grupo la unión y el amor harán como de argamasa, de vínculo, de tal forma que a pesar de las dificultades y de las diferencias éste seguirá adelante. Tratamos de vernos como almas, de tal forma que la personalidad no tiene tanta importancia.

En la oración pides que te ayuden a ser una verdadera compañera de Grupo. La gratitud, la oración y la meditación, siendo las bases de la vida espiritual, diariamente nos ayudan a perfeccionarnos y fortalecernos en la convivencia.

Iñigo S.

Nos aporta su visión al enfatizar la necesidad de enlazar y armonizar la vida familiar con la vida espiritual para llegar a una sociedad más ética y por lo tanto más saludable: Convivir en la vida y en lo espiritual deberían ser dos apartados interconectados en la existencia de cualquier persona, siendo complementarios y adjuntos para su propia presencia y desenvolvimiento. No obstante, la realidad general alude a que siempre sea la primera variante la que domine en el contexto de un ser humano.

En nuestro caso, la convivencia en la vida se resuelve en base a una serie de relaciones familiares, sociales y laborales. Hasta aquí no habría ninguna diferencia más allá que la de otra persona, pero la variación estriba en que por poco que sea añadimos a nuestra existencia un hilo de contacto con lo espiritual, que ejerce una influencia en nuestro día a día.

Dicho efecto se acrecienta cuantos más son los años de conexión con lo espiritual, bien sea por la meditación, la lectura de los apropiados textos y el servicio que se pueda llevar a cabo. Todos estos factores nos van moldeando, lo que evidentemente tendrá o debería tener un tipo de comportamiento distinto en la vida o por lo menos una perspectiva diferenciada respecto al resto.

Desde mi punto de vista personal, ambas facetas: convivir en la vida y en lo espiritual están ligadas y son complementarias, entendiéndose una con la otra, retroalimentándose ambas a la vez y teniendo un sentido acrecentado cada una simplemente por la existencia de la otra. Desde mi humilde visión, la necesidad de vivir en las dos se muestra como la actitud más lógica y real, ya que no podemos dejar de ser lo que somos, de facto, partimos de lo que somos, en base a una evidente imperfección.

Pero es cierto que el hecho de vivir cerca de lo espiritual también se va trasladando a la vida cotidiana en acción y pensamiento, y con ello se aporta un mayor entendimiento de las situaciones, un mayor aplomo y contención ante los golpes o pruebas de la vida. Resulta cierto que muchas circunstancias a las que estamos sometidos no son entendibles ni explicables para nosotros, pero quiero pensar que el hecho de “vivir en lo espiritual” consigue dejar un poso de fortaleza, ilusión y esperanza para afrontar los momentos más oscuros a la hora de convivir en la vida y seguir subiendo los peldaños hacia una mejor perfección.

Somos conscientes que la presión ejercida por nuestro entorno social resulta un verdadero obstáculo para poder desarrollar con más normalidad una vida espiritual, ya que todo lo que nos rodea impide que dichos cauces sean más fluidos, pero esta situación es parte de la lucha que hemos decidido mantener y alargar en esta existencia. Siempre con la esperanza de que esta fricción nos vaya haciendo más resistentes e intuitivos con la experiencia.

Convivir en lo espiritual significa hacer sacrificios y sobre todo ir dejando a un lado tu personalidad y con ella todo su entorno sea real o marcado por el espejismo. Pero se hace necesario buscar ese espacio espiritual, que nos abra a otras experiencias y mejoras evolutivas y que de esta manera se puedan reflejar en nuestra vida cotidiana.

Nada es fácil en este plano, ni convivir en la vida ni convivir en lo espiritual… Ahora bien, el hecho de saber estar en los dos ámbitos (como si estuviéramos recorriendo el estrecho filo de la navaja del Noble Sendero Medio de Buda) y seguir creciendo en lo espiritual, aunque los pasos sean en general demasiado cortos, pero manteniendo a nuestro favor la constancia permanente de los años, creo que finalmente otorgará el maná vital tan requerido para nuestra época.

Charlas/lecturas/coloquios de Yoga y Nueva Conciencia Espiritual en el Jardín de Ereño en Bedia.

Para saber más: www.shambala-roerich.com YouTube: Shangrilaum/ Leonardo Olazabal Amaral