Alguien me dijo un día:
Nicolás Roerich dice: “Donde hay Paz hay Cultura, y donde hay Cultura hay Paz”, y sin embargo yo no lo veo. Veo cultura en el mundo pero también una sociedad que cuando no está demacrada, está en grandes conflictos y crisis ¿Cómo es eso entonces?
Y yo le dije: Tienes razón, pero sólo en parte. Olvidas que Nicolás Roerich se refería a una Cultura Interna, átmica y profundamente superior. No a la cultura actual de nuestras ciudades, que rayan con lo ordinario, cuando no con lo blasfemo y pertenece a una conciencia básica y sin los valores espirituales en los que se mueve la verdadera Cultura.
En Rusia aprendí el enorme esfuerzo que supone trabajar con la herencia de la familia Roerich. El movimiento generado por Nicolás era entonces una enorme maquinaria que abarcaba diversos campos de la cultura, la ciencia, el arte, el paisajismo y la educación. Todo ello requería y -hoy también- un trabajo constante y continuado, con un enfoque profesional y enérgico.
Los problemas de su época siguen siendo los mismos que la nuestra. No se valoran los principios que enaltecen al género humano, y hoy día en cierto modo es peor. Tenemos más medios de comunicación, viajamos más rápido y aun así seguimos siendo una sociedad mediocre, tanto en lo intelectual como en nuestras vidas. Se da una visión de la práctica del Yoga que no es la real, se utiliza la meditación con nombres comerciales para venderse como algo nuevo, lo que es absurdo. Se desnaturaliza a los Maestros del Himalaya y se esquiva la Enseñanza Tradicional Oculta.
El conocimiento superior, el sentido de la belleza átmica y la paz nacen de la disciplina, de la austeridad, de la meditación, del estudio y del servicio diario. Las Enseñanzas del Raja-Agni Yoga nos hablan de ello. En ese sentido se requieren Escuelas que eduquen en la Paz. Por eso Roerich creó en el siglo pasado institutos y academias de cultura, de arte y de educación sobre la paz, en Europa, en EE.UU. y en India. Ahora afortunadamente se recupera esta línea en Rusia.
Nicolás alentó la creación de un edificio como el Master Building* (1929) en la Gran Manzana de Nueva York, donde se reunirían todas estas artes con sus correspondientes talleres, salas de exposiciones y un teatro. Además disponía de apartamentos para los profesores y estudiantes que pudieran costeárselos y una gran cafetería-restaurante. Lástima que la Gran Depresión diera al traste con tan bonito proyecto unos pocos años después de inaugurado.
¿Se imaginan un proyecto parecido así en España?
En mis viajes a Rusia he visto cómo en numerosas ciudades se hacen exposiciones para niños y adultos de la pintura de Nicolás K. Roerich. Para ello se usan magníficas reproducciones de sus cuadros.
Recientemente se inauguró un monumento de Alexey Leonov al Maestro Nicolás, el gran hijo de Rusia como es calificado allí, en la región de Leningrado, cerca de la finca familiar de sus padres en Izvara, que tuve ocasión de visitar hace unos años, y donde Nicolás Roerich trabajó y vivió durante muchos veranos.
Gracias a mecenas, amigos del arte y de la cultura, al Centro Cultural y Educativo Roerich de Izvara, a diversas Organizaciones independientes y sin fines de lucro, junto con el Centro Internacional de los Roerich (ICR) y apoyados por la administración de la Escuela de artes de la ciudad de Volosovo se hizo realidad este hermoso proyecto. Ver foto por gentileza de Alexey y del ICR.
Sueño con ver la creación de un busto así de Nicolás Roerich -con el símbolo de la paz y una leyenda en su pedestal- rodeado a su vez de rosas en un jardín público de España.
Para obtener un cierto éxito en este sendero de la vida, es necesario no solo tener un deseo, sino ver si tenemos la capacidad de cumplir ese deseo. ¿Somos seres mediocres o somos verdaderos Tejedores en la Luz? Esa es la cuestión. Hay que buscar a las personas adecuadas para hacerlo posible y Rusia es un ejemplo en este sentido.
El artista valenciano Antonio Camaró lo tiene claro cuando dice:
El hombre actual solo quiere poseer y tener, es egoísta y tiránico, hace lo que sea para conseguir sus deseos sin pensar en el otro. Se ha enquistado. Precisamos hombres éticos, con valores sólidos. De ahí mi obra el Homo Ethicus.
Antonio Camaró, como pintor y humanista, lo expresa y lo pinta allá por donde pasa y expone. Su pintura nos habla de la necesidad de una verdadera libertad, de paz y de concordia. Y en ese sentido podemos decir: Querido mundo, ¡no nos rendimos, seguiremos pintando, escribiendo, cincelando, y sobre todo seguiremos bailando!
Leonardo
*Para saber más: https://shambala-roerich.com/dia-de-los-museos-y-luna-llena-de-wesak/
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