
Museo de Bellas Artes de Bilbao 2019
El Museo de Bellas Artes de Bilbao presenta una serie de 95 cuadros del pintor vasco Ignacio Zuloaga. Una merecida, deseada y necesaria exposición –la más amplia realizada hasta ahora– de uno de los artistas más famosos de los siglos XIX – XX, y un referente de la pintura figurativa mundial.
La familia Zuloaga ya era conocida en los comienzos del siglo XVIII. Arraigada en Eibar (Gipuzkoa) desde el siglo XVI, Ignacio Zuloaga vino al mundo en este pueblo armero el 26 de julio de 1870, en la casa-torre conocida como Kontadorekua.
Quién le iba a decir a Zuloaga que conocería la obra pictórica de Nicolás Roerich y de Svetoslav Roerich allá por los años 30. Un privilegio sin duda que el karma ha reconducido con algún propósito futuro ¿Quién sabe?
Mucho antes Zuloaga era ya famoso en España y Francia. Sus amigos Pío Baroja, Blasco Ibáñez, Unamuno, Goyanes y Marañón, Azorín, Ortega y Gasset, Julio Beobide, Valle-Inclán, Picasso, José María Pemán, Juan Belmonte, Rusiñol, Rodín, Manuel de Falla, Pérez de Ayala y tantos otros zuloaguistas, todos artistas, profesores, escritores, médicos, poetas y hombres de ciencia de gran peso. Una época donde las almas más espirituales se dieron cita para contrarrestar los males del mundo que se avecinaban. Incluso el novelista ruso Máximo Gorki (1868-1936) estudió la trayectoria artística de Zuloaga.
En el año 1915, en el teatro Lara de Madrid se representa la obra El amor brujo de Manuel de Falla, que pidió el asesoramiento de Zuloaga para los decorados y el vestuario, tal y como podemos leer en la obra: LOS ZULOAGA, una Dinastía de Artistas Vascos –ya que entre sus familiares y antepasados figuraban armeros, grabadores, ceramistas, pintores, damasquinadores (arte de incrustaciones de metales preciosos en el metal proveniente del arte de Damasco)– de Ramón Suárez Zuloaga.

Maestro de la figuración y del retrato
En el año 1924, Ignacio pintaba paisajes de Navarra y Aragón, a la vez que no cesaba de dar vueltas en su cabeza la idea de una ópera a la que Falla debía de poner su música, con el tema del Cid Campeador. Como se rumoreaba que Falla iba a ingresar en un convento, el Maestro Ignacio Zuloaga afirmó:
“Quién sabe si esa no es la verdadera filosofía en esta vida”.
Cuando la radio era una novedad, en Nueva York la emisora de radio de Newark puso a disposición de Zuloaga sus micrófonos, ante los que leyó unas cuartillas emocionado sabiendo que millones de personas le estaban escuchando. Era el año 1925.
El éxito de su exposición en Reinhard Galleries de la Quinta Avenida neoyorquina fue sin precedentes (algo que llamó la atención de Svetoslav Roerich y de Natacha Rambova que residían en esta ciudad cosmopolita por excelencia).
El primer día vendió cuatro cuadros, de los 52 que llevaba, por la increíble cifra de un total de cien mil dólares. Algo inusual en esa época a pesar de la euforia económica de entonces. Llegó a su cúspide tras su recibimiento en Washington por el Presidente de los Estados Unidos John Calvin Coolidge.
Los atuendos y complementos españoles se pusieron de moda y los comerciantes se lo agradecieron. Habló en español pero también en euskera y en francés. La colonia vasca de Nueva York, presidida por Valentín Aguirre, le ofreció un banquete seguido del aurresku de honor.
En el año 1926 era tal su fama en la esfera universal del arte, que entre cientos de propuestas, su lienzo Casas del Botero de Lerma, se consideraba un óleo apropiado para el proyecto de decorado del ballet sobre el enano Gregorio que debían de realizar los rusos Diaghilev y Nijinsky.

Petri en la Exposición sobre Zuloaga en Bilbao
En la visita a la exposición de Bilbao donde aparecen un total de 92 lienzos, en una de las paredes hay un texto que describe el misterioso cambio en la paleta de Zuloaga acaecido entre los años 30 y 40, ahora su cromática añade con profusión los azules, blancos y violetas. ¿Qué le influyó?
Mi mujer Petri y yo al leerlo, nos miramos y dijimos:
¡La luz de la pintura de Nicolás Roerich!
Puede parecer algo anodino tratándose Zuloaga de un Maestro de la pintura, que evoluciona -como es propio en todo ser humano- y se muestra más sensible a la luz cuanta más edad tiene. De hecho, en los últimos años de su vida, hablaba mucho del color, sobre su captación y estructura.
Cada vez aprecio más el color y lo estoy viendo donde antes me era imperceptible.
Ignacio Zuloaga

Revista-folleto del Museo Roerich de Nueva York
Recibió la Medalla de Oro del Museo Nicolás Roerich de Nueva York en el año 1929.
Fue nombrado Miembro de Honor del Museo Roerich del Master Building.
En el año 2004 visité por segunda vez su Casa-Museo de Zumaia, y el responsable al cuidado de la misma me facilitó dos revistas Roerich que Zuloaga tenía en su biblioteca/archivo:
ARCHE del Museo Roerich de N.Y. 1929.
Mensajes/cartas y artículos Roerich de 1930.
Tras examinarlas las fotografié y las devolví. Publiqué sobre mi descubrimiento en un artículo en mi página web de entonces, y ahora 15 años después lo vuelvo hacer, ya que no hay nadie que hable de esta conexión, Zuloaga-Roerich.

Edición de 1930 sobre las actividades del Master Building
Esto es tan solo una pincelada sobre Zuloaga, algo anecdótico dada su prolija trayectoria y obra.
Murió en Madrid en el año 1945. Una estatua suya se encuentra frente a su estudio-taller en Las Vistillas en Madrid. Fue el escultor Juan Cristóbal González quien realizó el busto de Zuloaga, más conocido por su otra obra bien famosa del Cid Campeador a caballo en Burgos.
Ignacio Zuloaga recibió premios, títulos y diplomas honoríficos de numerosas Academias de Bellas Artes, tanto de distintas ciudades de España como de Italia, Alemania, Francia, Argentina, Austria, Bélgica, Estados Unidos, entre otros. Una fecunda progresión de reconocimiento universal, como no podía ser de otra manera, dado su millar de obras creadas por este admirador de Goya, el Greco, Velázquez y de José de Rivera.

Se puede apreciar el Busto de Zuloaga a la derecha del edificio
Una visita obligada es esta Exposición suya en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, antes de que la colección salga -según dicen- para Madrid, Zaragoza, Francia y Alemania.
Los historiadores del arte Mikel Lertxundi y Javier Novo son los comisarios de esta Exposición titulada Zuloaga 1870-1945.
También se puede visitar su Museo en el Castillo de Pedraza de la Sierra en Segovia, situado en su adorada Castilla.
Y su estudio-taller conocido como Casa-Museo Privada (Santiago-Etxea) en Zumaia, Gipuzkoa, no muy lejos del Museo Bandera de la Paz Roerich-Etxea (Privado) de Bedia, Bizkaia.
Leonardo Olazabal Amaral
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