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Natacha Rambova y Svetoslav Roerich en los años 30 del pasado siglo

Pertenece a los archivos de Leonardo Olazabal

En el principio de los años 30, vivir en Nueva York era vivir con intensidad, con ilusión, aún coleando la crisis del 29, la Gran Depresión que se prolongaría toda la década.

Natacha Rambova decía: ¡Todo evoluciona tan deprisa! -Su viva mirada parecía estar viendo pequeños pero muy intensos vislumbres del futuro a la vez que saboreaba una taza de té junto a su amigo Svetoslav Roerich-.

La gente se reunía en los cafés, en los salones de baile y en los teatros de la ciudad. Una parte de la clase media, se interesaba por las nuevas tendencias artísticas y por los eventos espirituales y museísticos.

En el Museo Nicolás Roerich, situado en las primeras 3 plantas del Master Building de la calle Riverside Drive del nº 310, se forjaban las almas más puras de la época. Inaugurado en 1929, este edificio de estilo Art Decó cuenta con una historia increíble. Los pormenores han sido relatados en mi obra “CHINTAMANI”.

Además de varias salas dedicadas a las pinturas de Nicolás Roerich, y diversos objetos de arte oriental, procedente todo ello de la Expedición al Asia Central, había también talleres de escultura, salas de estudio, un pequeño teatro, una biblioteca, salones de conferencias, oficinas, auditorios y una cafetería-restaurante.

Una placa de mármol negro situada al ras del suelo y en una esquina, nos recuerda el año 1929 grabado junto con las letras -M y R- (Museo Roerich), y tres puntos, rodeado todo por un círculo en representación del Símbolo de la Paz Roerich. El 24 de Marzo de ese año se celebró el primer festival y se puso la que se conoce como la “Piedra Angular” en una esquina del edificio. Antes, tanto la Sra. Frances como la Sra. Sinna, colocaron una “cápsula del tiempo” que consistía en un cofre metálico con varios objetos simbólicos dentro, según las indicaciones de Roerich (ver mi obra CHINTAMANI).

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La Leyenda de Lapis Exillis

No hay Grial sin Chintamani, ni Chintamani sin el despertar completo del Loto del Corazón.  La Leyenda de Lapis Exillis   Conocida como “Chintamani” en India, es custodiada desde hace milenios en lo que se ha dado en llamar La Fortaleza de la Luz.

Un fragmento de la misma, guardada en un cofre alemán del Siglo XIII, acompañó a los Roerich durante una gran parte de sus vidas con un cometido, sin duda, muy especial.

En un pasado muy remoto, antiguas Escuelas de Sabiduría, la conocían como La Piedra Negra de Shámbala, el Meteorito de Orión al decir de los Rishis y Mahatmas que la veneran.

Depositada en un cáliz, ésta se iluminaba desde el interior del mismo, ante la presencia de los Maestros de Sabiduría. Así surgió la leyenda del Santo Grial, difundida más tarde por trovadores y juglares, y en la obra de Parsifal. Por lo tanto, no es la copa, sino la piedra negra, la que tiene el poder de vincular los caminos y dirigirlos hacia el Futuro. Es ésta el verdadero Grial que, ante un corazón puro, llega a despertar los sentidos supersensorios de éste.

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