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Nueva York, la materialización de un viaje

 

 

El Kailas está en tu interior.Nueva York, la materialización de un viaje.

Iñigo Sarriugarte
(Profesor de Historia del Arte de la UPV/EHU)

Leonardo y Petri conocen desde hace más de treinta años las enseñanzas del Agni Yoga, junto con la excelsa y extensa obra del pintor ruso Nicolás Roerich y las distintas actividades que se han podido realizar a nivel internacional en torno a la Bandera de la Paz. Igualmente, ambos han mantenido estrechos lazos con el Museo Roerich de Nueva York, recibiendo noticias e información de este importante centro.
Quizás, esto último no diga nada a muchos, pero nos muestra más de lo que se piensa de ambas personas, ya que todo esto ha sido posible gracias a un férreo afán de búsqueda espiritual, que no ha sido facilitado precisamente por vivir en una ciudad como Bilbao, donde la información sobre escuelas, enseñanzas y actividades espirituales más punteras del mundo no llegaba siempre de una manera tan fluida, como lo podía hacer a Madrid y Barcelona y que decir a otras ciudades europeas. No obstante, “el que quiere encontrar, encuentra” y esto mismo es lo que ha sucedido con la actitud pionera y permeable de esta pareja de buscadores espirituales. A su vez, Leonardo ha sido un faro de emisión de toda esta red de luz espiritual (silenciosa, sin ruido, sobre todo en el País Vasco, y que se inició en los años 70), ya que su búsqueda siempre ha sido compartida con sus más directos colaboradores y compañeros.
Uno de sus sueños más antiguos siempre había sido conocer in situ el Museo Roerich de Nueva York, pero siempre se fue retrasando dicho proyecto por otros que requerían de una mayor premura de realización. Aunque Leonardo en sus diferentes recorridos por India, Rusia, China, Gran Bretaña, Italia y Francia, ha ido recogiendo los legados espirituales más importantes, siempre quedaba un pequeño resquicio sin poder ser cubierto. Finalmente, este vacío ha sido solapado con la materialización de un viaje profundamente anhelado.
Como todos los viajes realizados por Leonardo y Petri, estos requieren de un largo periodo de gestación, siendo su materialización el resultado de una serie de causas y efectos, en definitiva, se trata de completar un complicado rompecabezas, que finalmente siempre muestra un sorprendente resultado. Para llegar a este último paso, muchos meses antes, Leonardo mantuvo una correspondencia intensa, no sólo en volumen, sino en contenidos, especialmente con la escritora y numeróloga norteamericana Ruth Drayer, así como con el propio Daniel Entin, Director del Museo Roerich de Nueva York.
El año 2009 ha supuesto la fecha culminante de una aspiración, que lleva latente más de treinta años y que, a pesar de su tardanza en su consecución, ha sido correspondida con impensables vivencias espirituales. Un 13 de agosto del año 2009 se inicia este viaje, desde Bilbao hacia Nueva York, vía Frankfurt, un trayecto que como todos los transoceánicos son largos, tediosos y ponen a prueba nuestras fuerzas físicas, pero la ilusión de llegar cuanto antes al destino nos permitió superar cualquier contratiempo físico.
Si los primeros días fueron una toma de contacto, un reconocimiento in situ de la propia metrópolis, que obviamente sorprende a cualquier visitante por su fastuosidad arquitectónica, el bullicio incesante de sus avenidas, el incesante tráfico amarillo y todo aquello que tantas veces habíamos visto desde la pantalla y ahora lo teníamos físicamente ante nosotros, rápidamente se dio paso hacia el verdadero viaje espiritual, que había motivado dicho desplazamiento.
La expectación generada, a la hora de llegar a un lugar que tantas veces se había visto en fotografías y vídeos, era inmensa y ahora se hacía posible. Mediante un taxi, cruzando Central Park y en paralelo al Museo de Ciencias Naturales, nos acercamos al Museo Roerich con su placa de entrada y la imagen de las tres esferas dentro de un círculo mayor, una emoción que ya predecía lo que iba a suceder en su interior.
En el hall de entrada del museo, pudimos finalmente estrechar las manos de Daniel Entin, un hombre lleno de bondad y ternura. Este primer instante caló hondamente en nuestro interior. Igualmente, en ese primer momento, conocimos a Aida, uno de los miembros activos del museo, encargada de diversas funciones, como el control de entrada, taquillaje, etc. Junto a Aida, se encontraba la persona que iba a realizar las funciones de traducción. Rápidamente, se entretejieron miradas de afecto y respeto, así como la necesidad de intercambiar impresiones y mantener conversaciones, que pudiera tratar aquellas cuestiones que tan difícil se hacen por carta. Junto a nuestros amigos, se encontraba también para darnos la bienvenida Ruth Drayer, escritora del libro “Nicolás & Helena Roerich. El viaje espiritual de dos grandes artistas y pacifistas”, quien había abierto numerosas puertas para que pudiéramos llegar directamente a Daniel Entin. No sólo conocía a Daniel desde hace mucho tiempo, sino que había pasado largas temporadas en el museo, investigando en sus cuantiosos e interesantes fondos, para la realización de su libro.
Día tras día, se fotografiaba y documentaba la excelente colección pictórica y objetual, que se encuentra expuesta en las salas del museo, para posteriormente adentrarnos de una manera más calmada y asentada en coloquios de fuerte calado espiritual, donde se abordaban todas aquellas temáticas que Leonardo había investigado durante décadas y que necesitaban ser corroboradas sólo por personas con altos conocimientos y que las hubieran vivido de manera cercana. Daniel con gran lucidez mental contestaba las cuestiones planteadas, siendo sorprendido en numerosas ocasiones por el conocimiento que se requería para desarrollar los contenidos de dichas preguntas. Leonardo hacía silencios con las respuestas de Daniel. Éste se involucró con gran interés en dichas conversaciones, las cuales son difícilmente repetibles en su integridad mediante un texto escrito, ya que todas ellas se manifestaban con una especial evocación de carácter interno. Estos coloquios se alargaban durante toda la tarde, siendo temporalmente aparcados para acercarnos a uno de los numerosos restaurantes de cocina internacional (como la hindú), que afluían en torno al Museo. La cena se alternaba entre la degustación de los diversos sabores del mundo con nuevos temas, que constantemente afluían entre los presentes.
Dentro de esta cadena de causas y efectos, Daniel Entin nos facilitó el encuentro con Mildred Speiser, historiadora del Master Building. Esta mujer de edad avanzada, pero ávida en conocimientos históricos y arquitectónicos, nos recibió en su apartamento, donde nos dio todo tipo de pormenores sobre el edificio, llegando a su momento más entrañable cuando nos acompañó al lugar especial, donde se reunía Nicolás Roerich con sus discípulos para la realización de la meditación. El recorrido por el edificio fue un interesante ejercicio comparativo para nuestra mente, entre aquello que había conocido por fotografía y la fortuna de verlo in situ.
No puedo olvidar el inesperado instante en el que Daniel Entin tuvo un reconocimiento honorífico con Leonardo al hacerle entrega de varios presentes conmemorativos de hondo valor simbólico y antiguo. De hecho, todos los que hemos tomado parte en este viaje, hemos recibido unas “vivencias-regalo” de gran trasfondo espiritual.
Son numerosos los aspectos que quedan en el tintero, debido a la imposibilidad física de alargar más estas líneas, pero también resulta difícil redactar todas las vivencias y experiencias sentidas en este viaje, ya que son pertenencia de nuestro más íntimo ser. El retorno de Nueva York ha sido únicamente físico, ya que una gran parte de nuestro más profundo interior ha quedado para siempre anclado y fuertemente unido a este Museo, a Daniel y a los diferentes amigos que pudimos abrazar, siendo su recuerdo una necesidad diaria.

 

Misterio Ezkutuen Argia Nicolas Roerich en pinturan

leoMisterio Ezkutuen Argia Nicolas Roerich en pinturan Edozein kreazio artistiko dinamo bat da, goratzen den energia infinituz blai dagoena. Edozein kreazio artistiko dinamo bat da, goratzen den energia infinituz blai dagoena, eta benetako poztasuna sortzen duena. Egiazki, hori konparatiboa da. Kreazio batzuek energia primario horri eusten diote ordu betez eta beste batzuek, berriz, betirako; horixe ez da errelatibitatea. (Nikolas Roerich).

1914an, Errusiako artista batek, Nikolas Roerich delakoak, nazioarteko hitzarmen bat egiteko proposatu zuen gerrateetan ondasun kulturalak zaintzeko. Zoritxarrez, haren ekimena bazterrean utzirik geratu zen Lehen Mundu Gerra antolatzen ari ziren nazioen jarrera beligerantearengatik.

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