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LA MUJER QUE ESCUPÍA DIAMANTES – IV (Género fantástico)

Desaparecen genios de la moda, la literatura y el arte / El espíritu revolucionario de un yogui, y el poder Supramental de La Madre, Mirra Alfassa

Por RAI

Desaparecen genios de la moda, la literatura y el arte

A pesar de la ocupación alemana la vida en la ciudad de París parecía casi normal, de no ser por la presencia de los numerosos vehículos y camiones llenos de soldados nazis que circulaban por la ciudad con el beneplácito del régimen antisemita y de extrema derecha de Vichy. Un estado títere dirigido por las fuerzas de ocupación del tercer Reich.

Había ambiente en las cafeterías, cines, teatros y cabarets. Los alemanes tenían órdenes estrictas de ser corteses con los franceses (sólo al principio) y en una extraña simbiosis crearon subvenciones para fomentar el teatro y la cultura en la ciudad de las luces. Aún así, se evitaba frecuentar los lugares donde estos tenían sus fiestas, generalmente en lugares populares o en sitios de lujo como el Hotel Ritz (Centro de Operaciones de las fuerzas alemanas). Por otro lado, era habitual que si no se cedía a sus pretensiones te acusaban de cómplice de la Resistencia, y había que evitarlo.

Muchos artistas se quedaron en París y tuvieron que lidiar con los alemanes. Unos a regañadientes como Edith Piaf, otros –al parecer– con sumo grado, como Coco Chanel, Maurice Chevalier, Jean M. Cocteau, Louis-Ferdinand Céline, André Derain, Maurice Vlaminck… quizás había que adaptarse al cambio, y caminar con el enemigo para poder simplemente… ¡vivir!

Pablo Picasso se pasó la guerra confinado en su estudio de París donde fue visitado por oficiales nazis. Otros se mantuvieron en la clandestinidad, y los que pudieron se marcharon a Nueva York.

Aun así, la vida continuaba, pero cada vez con más tensión.

   Nuestros amigos, Didier, Juliette y una antigua amiga, Sophie, cuyo nombre significa “sensibilidad e intuición”, cogían un taxi para ir a ver a unos amigos en la casa más antigua de la ciudad situada en el 51 de la calle Montmorency.

Se bajaron en la Rue del Temple, que estaba al lado, ya que la calle era de dirección prohibida. Las farolas de luz –sujetas a las fachadas– se encendían anunciando la llegada de la noche.

Didier vestía con un traje azul oscuro de doble botonera al igual que el chaleco, una corbata negra con topos o lunares blancos sobre una camisa de un azul claro, y zapatos Oxford de dos tonos.

Didier reía a la vez que se sujetaba el sombrero ante las ocurrencias de sus dos amigas. Ambas le cogían cada una de un brazo y lo zarandeaban delicadamente intentándole sacar un sí ante la propuesta de un viaje a la Provenza. En el Sureste de Francia apenas se veían a los soldados nazis, y tampoco patrullaban las calles como sí lo hacían en París.

Juliette llevaba su abrigo favorito de lana color vino, cubriendo un discreto traje de rayas con hombreras, entallado en la cintura y con falda tipo tubo hasta la mitad de la pantorrilla. Los zapatos de tacón alto, bolso y un sombrero ladeado en la cabeza completaban su atuendo para una velada nocturna.

Sophie, diez años más joven que Didier, y quince que Juliette, mostraba un cuerpo delgado y grácil. Llevaba un vestido de satén ajustado en la cintura y con dobladillos que llegaban casi hasta el suelo. Su espalda quedaba al aire. El cabello liso hasta la nuca caía luego formando grandes bucles de un rubio rosado sobre sus hombros y espalda desnuda. El vestido de un color cobrizo-naranja con un cinturón, zapatos y bolso a juego, iba cubierto por un abrigo de lana color ámbar que dejaba caer de un hombro en forma graciosa.

Sophie no era una chica frívola, leía muchos libros y hablaba correctamente el idioma inglés. Su belleza natural no despertaba una mueca glacial, sino todo lo contrario. Tierna, cariñosa, y algo retraída –sobre todo con sus sentimientos– le daban un toque de delicada dulzura. Una dulzura que desaparecía cuando veía algo injusto, ya que no soportaba la maldad.

Tras caminar un rato, y al dar la vuelta a la esquina para enfilar la calle Montmorency, se detuvieron. Al fondo de la estrecha calle un vehículo negro con dos banderas, la nazi y la francesa, iba rodando muy despacio. Las ventanas debían de estar bajadas a juzgar por las armas que sobresalían de ellas. Y lo que es peor, no había más gente en la calle.

Juliette dijo: –no os preocupéis, yo me adelanto.

Sophie <<empezó a temblar>>. Didier, al ver que todo su cuerpo flaqueaba, la apoyó en la pared bajo la farola de luz. Su tez estaba blanca. Entonces, Didier la abrazó. Tocó su cabello ondulado entrelazando sus dedos en él, mientras que la otra mano la apoyó en la cintura.

Ella lo abrazó con fuerza mientras su respiración buscaba calmarse. Pronto la fragancia delicada de su perfume de Helena Rubinstein envolvía ahora a los dos.

Sophie admiraba a Didier y no lo ocultaba, pero nunca había estado tan cerca de él como en ese momento. Sentía tanto temor que quería ocultarlo apoyándose en el pecho de él.

Mientras tanto Juliette ya estaba a la altura del coche alemán. Ella saludó cordialmente. El chófer francés hizo lo mismo, bajo la atenta mirada de un alto cargo alemán y los dos escoltas sentados en la parte de atrás, separados ambos por una caja de madera llena de botellas de vino.

El alemán preguntó a través del chófer si los que se quedaron atrás eran sus acompañantes.

–Sí, sí, contestó Juliette.

–¿Qué hacen parados?

–C´est l´amour!

El alemán hizo el gesto de continuar la marcha, a la vez que el chófer se despedía de Juliette.

Didier y Sophie, seguían abrazados mientras sus mejillas se tocaban. Poco a poco los labios de Sophie, delicados como pétalos de rosa, y tembloroso su carnoso labio inferior –el cual denotaba una oculta sensualidad– se desplazaron hasta la barbilla de Didier acariciándola. Luego, olvidando los escalofríos vividos, sus bocas se iban a encontrar, el aliento de ambos se volvía uno, y cuando sus labios comenzaban a rozarse, el ruido de una frenada de coche les detuvo.

Una voz germana salió del vehículo:

–¡Franceses! –Voz que sonó como a ¡libertinos! Y seguido aceleraron hasta dar la vuelta a la esquina.

Sophie les contestó: –L’insolent «fait la nique»! (¡El insolente «hace la mierda»!).

Didier hizo amago de taparle la boca, y entonces se echaron a reír. Las mejillas de Sophie ya estaban sonrojadas otra vez y más animada también, ¿por qué será?

Cuando ya estaban a la altura de Juliette, ésta les dijo:

–¡Pero bueno criaturas! ¿Estáis bien?

–Sí, sí, –contestaron los dos a la vez mientras sonrían sin parar.

Tocaron la puerta y les abrió Jolie, que significa “Alegría y Belleza” y su marido Gérard “El guardián valiente”, ambos viejos amigos de Juliette.

   Tras presentarse, pasaron a enseñarles la casa, no en vano fue el famoso albergue del alquimista Nicolás Flamel. Las vigas, techos y escaleras de madera daban una sensación de calor entrañable y hogareño. Didier y Sophie conocían este lugar pero nunca habían estado dentro. Pronto se acomodaron alrededor de una gran mesa de madera. Didier sacó una bolsa de té de su viaje a Inglaterra.

–Este té nos mantendrá despiertos toda la noche –dijo Didier.

–Y este champagne también –dijo Gérard, mostrando una botella en cada mano.

Jolie trajo una bandeja con porciones de un excelente foie gras hecho por un familiar suyo, además de unas hogazas de pan rural que cada vez era más difícil de conseguir.

   Tras el pequeño ágape, se sentaron en una sala donde cómodos sofás acogían a los invitados. Un pequeño piano y varias mesitas con revistas, diarios y fotos, además del dibujo de Nicolás Flamel orando, adornaban el lugar. El toque de queda era a las 10 de la noche y por ello era costumbre quedarse hasta el amanecer que era cuando se reanudaba la actividad de la ciudad.

Se hablaba de los nuevos acontecimientos, de los amigos desaparecidos o huidos de la guerra, del miedo de los ingleses al ataque de las bombas aéreas alemanas, y de los acontecimientos violentos en los países vecinos. Comentaban el frenético y extraño interés alemán en crear numerosas rutas de vías de tren por toda Francia. Más de 15.000 vías se contabilizaron al finalizar la guerra.

Más tarde se supo que además de trasladar soldados, armamento, y víveres, los vagones para el ganado servían para expoliar todo tipo de obras de arte. Y lo que es peor, detrás de todo ello había un plan algo más siniestro: la deportación oculta de judíos, poetas, homosexuales, prisioneros y lo que la Gestapo consideraba despojos sociales, es decir, gitanos, tullidos y enfermos mentales. Algo sin duda siniestro. Una indecente tragedia humana.

Nuestros amigos cuidaban las palabras en sus tertulias y se centraban más que en lamentar, en intentar ver o reconocer los próximos movimientos del enemigo. No, no eran espías, ni nada por el estilo, sino simplemente ojeadores invisibles de las energías en juego.

La velada transcurría con dulces, té, charlas sobre libros, y con recitales de piano que Gérard tocaba con gracia y soltura.

Mientras tanto en Pondicherry, India. El yogui Sri Aurobindo explicaba a los más ancianos la necesidad de ayudar a los ingleses en su guerra abierta contra la Alemania nazi.

El espíritu revolucionario de un yogui, y el poder Supramental de La Madre, Mirra Alfassa

     Sri Aurobindo, revolucionario, pensador, poeta y yogui, conocía muy bien las revoluciones de Europa y América. Declaraba, junto a La Madre, estar a favor de los aliados de la guerra contra Alemania. Consideraba la defensa personal y la nacional como legítimas, para luego añadir:

     “Yo no soy ni un moralista impotente ni un pacifista débil”. Y añadía: “El hombre no puede avanzar en la vida sin defender los principios morales que dan sentido a nuestra existencia física, mental y espiritual”. Esta actitud de Sri Aurobindo de defender a Inglaterra era algo que no podía ser comprendido cuando la India era aún dominada por esta potencia colonizadora. Sri Aurobindo, decía: “Si la Alemania nazi gana a Inglaterra ¡pronto llegarán a nuestras fronteras y se hará con toda la India! ¿Acaso vais a defenderos solo con la fuerza del alma? ¡Mientras alcanzáis ese grado de eficacia la maldad demoniaca de esos hombres os aplastarán, violarán, asesinarán e incendiarán como hoy ya lo estamos viendo! Y lo harán de forma cómoda y sin estorbo alguno. No basta con tener las manos limpias y el alma inmaculada, para que esa maldad desaparezca del mundo. Recordad, la inercia a rehusar los medios de resistencia al mal, hace mucho más daño que el principio dinámico de la lucha”.

Una vez más el ojo del yogui tiene la cualidad de proyectarse sobre el futuro y ver lo esencial en un momento dado.

La pregunta ahora es: ¿estaremos preparados los estudiantes espirituales en el futuro, ante horrores semejantes, para responder a la tiranía?

Mientras tanto, Madre, practicaba poderosas técnicas de yoga para traer el Mundo de lo Supramental a la Tierra. No buscaba la iluminación, no la necesitaba, no actuaba para sí misma. Ella recibió la plena y constante Unión con la Presencia Divina a la edad de 20 años.

Trabajaba para atraer a nuestro mundo, un Nuevo Plano de Existencia Superior y de Conciencia.

Madre, nació en París, la ciudad de los grandes impresionistas, fuente cultural de artistas siempre a la vanguardia de los grandes acontecimientos. De padre judío-turco y de madre judía-egipcia, eran una familia de clase media-alta.

Interesada en el arte, el tenis, la música y el canto, a la edad de 14 años se había leído casi la totalidad de los libros de la biblioteca de su padre.

Viajó y conoció mundo. Ahora en India, su presencia y su elevada realización interior atraían a muchos buscadores.

Ella y Sri Aurobindo crearon escuelas de yoga para niños para que se eduquen en la flor espiritual y en la ética, y sean grandes seres en el futuro.

Madre, cuando se retiraba a su habitación, meditaba o dormía, solía salir conscientemente fuera de su cuerpo físico y se trasladaba astralmente a París. Este hecho le suponía un gran trabajo ya que en esa dimensión su conciencia se podía extender como un hermoso manto de seda de luz, y cubrir la ciudad entera para protegerla. Con ello generaba fenómenos psíquicos de nieblas repentinas que impedían que la ciudad fuera atacada. Los ingleses en el intento de dañar las infraestructuras alemanas acostumbraban a bombardear sin piedad las ciudades, consiguiendo tan solo que hubiera más víctimas entre la población civil que entre el enemigo. Algo sin duda deleznable.

Lo que ocurría al otro lado del mundo material era que las almas de los niños muertos, mujeres y hombres en shock, se aferraban al manto de luz pidiendo consuelo mientras absorbían su amorosa energía. ¿Qué hacer? ¿Acogerlos a todos y llevarlos a su correspondiente plano de luz y retirar su escudo protector de la ciudad? ¿O atenderlos a cada uno de ellos?

Cada vez eran más los que se acercaban hasta su plano de realidad. Venían como almas en pena que deambulaban sin saber qué había pasado, y tras tocar a Madre, salían como chispeantes luciérnagas cargadas de amor hacia su siguiente destino; eran cientos y cientos… Exhausta, volvía a su cuerpo y salía de la habitación para cumplir con sus deberes en el Ashram junto a Sri Aurobindo. Y así muchas veces.

Madre, desde niña salía ya de su cuerpo y con su aura dorada atraía durante el sueño a gente moribunda y enferma que le contaba sus miedos y desgracias. Tras recibir su amor, regresaban a sus cuerpos reconfortados y muchas veces se levantaban al día siguiente curados para sorpresa de sus allegados.

Hay muchas grandes mujeres en la India y en Occidente que son unas completas desconocidas en este campo de servicio. Pero Mirra Alfassa fue sin duda un fenómeno extraordinario.

                                                                                                                                                                      Continuará…

LA MUJER QUE ESCUPÍA DIAMANTES – V

Prosigue la velada de nuestros amigos hasta el amanecer / Mujeres occidentales extraordinarias y poco conocidas

LA MUJER QUE ESCUPÍA DIAMANTES – III (Género fantástico)

La estrella de cinco puntas / Guerra de símbolos: La Cruz de Lorraine (Lorena)

Por RAI

LA ESTRELLA DE CINCO PUNTAS

      Pasó mucho tiempo después. Nuestros amigos se movieron por toda Francia. Las obras nuevas ya se habían realizado en el interior del pequeño hotel París, cuyo cartel se había quitado de la pared. También se habían reforzado los muros externos y hermosos rosales florecían aquí y allí.

En España la Legión Cóndor alemana experimentaba dejando caer cientos y cientos de bombas sobre pueblos y ciudades simplemente para medir sus efectos, ya que sus municipios carecían de importancia estratégica. Algo espeluznante.

Como se sabe, los alemanes buscaban por todo el mundo objetos de poder oculto, para aumentar con ellos la fuerza de su bestia, y extender el genocidio bajo la falsa idea de crear una raza nueva y un orden mundial único. España tampoco se libraba de ésta búsqueda. Su fijación consistía en la posibilidad de descubrir el lugar donde se ocultaba la reliquia del Santo GRIAL.

El 22 de junio de 1940 los alemanes llegaron a París.

Para que la ciudad no fuera castigada por la maquinaria de la guerra, el Gobierno francés decretó a París ciudad abierta, tan solo ocho días antes. El gobierno francés pensaba que la mejor táctica contra el enemigo es que éste no te perciba como tal. No había otro camino. Pero los alemanes no son tontos. Ahora la venganza tomaría alas poco a poco. Para empezar se mandó buscar el mismo vagón de ferrocarril en donde 22 años antes los alemanes firmaron su rendición, y ahora es en éste donde se firmaba la capitulación francesa.

Los invasores desfilarían por los Campos Elíseos hasta el Arco de Triunfo orgullosos de su poderío, marcando el paso con firmeza pero de forma lenta, saboreando el momento o quizás para no parecer un tanto abrumadores.

¿Destruir la torre Eiffel o no destruirla? Se preguntaban. Por fortuna se limitaron a colocar una gran pancarta en la que se podía leer “Alemania es victoriosa en todos los frentes”, y una gigantesca bandera con la esvástica.

Con el ruido del paso de las botas aún sonando en el aire, el grupo de amigos en torno a Juliette, se reunía ahora en forma clandestina en su cenáculo particular, como cuando Jesucristo y sus apóstoles celebraron la última cena.

Tras los saludos y comentarios propios del momento, la médium Juliette volvió a provocarse un trance, y permaneció en silencio 15 minutos. Esta vez no habló. Volvió en sí tras unas respiraciones profundas, y con ademanes suaves rechazó la copa de anís que le acercó la señora Colette.

–Traigo buenas noticias… entre las muy malas.

Todos se miraron y sonrieron con una forzada mueca.

–Sí, no sé si es un destino forzado, pero como ya sabéis el ejército Alemán ya está en París tras ocupar Polonia, los Países Bajos y Bélgica, ahora se extiende como la niebla por una gran parte del suelo francés. Las campiñas se llenan de monstruosas maquinarias de guerra y de miles de soldados entrenados para matar, y esto es algo que va más allá de la pestilencia de las ratas, los piojos y la viruela.

    [Más de 30.000 civiles perderían sus vidas tan solo en el suelo francés al finalizar el año 1940]
     [80 millones de personas morirían en lo que se llamó la Segunda Guerra Mundial]

 

–¡Por Dios! –exclamó Colette levantándose. Y rauda se dirigió a un cajón de la estantería de libros y sacó un botellín de agua bendita. Mojándose los dedos índice y corazón de su mano derecha trazó una estrella de cinco puntas en el aire y en dirección de la puerta, a la vez que pedía protección–: Esto lo hago para que ningún oído o criatura astral entre en este lugar. ¡Oh Dios, Padre Creador y Señor de todo lo bueno, protege este hogar y a todos nosotros!

Todos pronunciaron “Amén”. Excepto Armand que dijo: –¡Amenti!

Los allí presentes se le quedaron mirando.

–Sí, sí –añadió él–. Que obtengamos la bendición de la sabiduría de los Salones de Amen-ti oculta bajo la arena de Egipto. Es un decir –concluyó sonriendo.

–Amén, Amen-ti, ¡curioso! –dijo Henri.

La médium prosiguió:

–Dentro de cuatro otoños Francia volverá a ser libre.

–Dios mío ¡Cuatro años! –Dijo Colette.

–Si se hace bien, y con la ayuda de tres naciones más (Reino Unido, Rusia y EE.UU.) la ocupación durará 1520 días, añadió Juliette, con gran serenidad. Luego Colette afirmó:

–Tenemos que estar firmes. Dios nos concederá todo lo necesario. Aguantaremos esta atmósfera oscura de los enemigos contra la luz y la verdad.

Hablaron durante dos horas de los contactos establecidos con hermandades espirituales, grupos de intelectuales, e individuos con facultades psíquicas de París y otras ciudades y regiones de Francia.

 

GUERRA DE SÍMBOLOS LA CRUZ DE LORRAINE (LORENA)

      En un momento dado Didier, dijo:

Cerillero de la Segunda Guerra Mundial

–Hay que tener cuidado, ahora más que nunca, las personas pueden ser muy engañosas. Quien menos te esperas es un espía alemán camuflado o un colaborador chivato. El otro día estuve en una fiesta y un caballero del Departamento de la ciudad francesa de Nancy encendió su cigarrillo y dejó olvidado sobre la mesa su cerillero de plata. Cuando lo cogí y le di la vuelta apareció en relieve la cruz esvástica cubierta de cristales brillantes. Como sabéis es el símbolo que aparece en sus ejércitos y en todas sus arengas políticas para motivar a sus soldados.

Y ahora, la gente de gran conocimiento con la que he tratado, piensa que Francia debiera de adoptar otro símbolo de poder para proteger a nuestros soldados, y también a la tímida e incipiente resistencia que ya está surgiendo.

[Charles de Gaulle había dado un breve pero muy patriótico
discurso desde los micrófonos prestados de la BBC;
así se lo permitió Churchill que amaba París como nadie,
 palabras que incendiaron el corazón de los franceses]

Será un escudo protector tanto físico como psíquico, pero tenemos que estudiar cómo hacer llegar esta idea a los mariscales y generales del gobierno de Francia.

–¡Bravo! –dijo Armand, librero y radiestesista–. Con esto lograremos focalizar todo nuestro poder para sustentar el ánimo de nuestras gentes y oponernos como escudo psíquico a las fuerzas del mal. Lo conseguiremos con el trabajo de colaboración de los rezos de abadías y monasterios cristianos, órdenes ocultas, y de aquéllos que trabajan desde el silencio y la invisibilidad. Haremos, todos juntos, una fuerza de choque y de resistencia que permita que Francia no sea devorada por el fuego de esa estirpe negra que ha surgido como una grave enfermedad.

Exaltado René, que era el mayor del grupo dijo:

–Malditos alemanes. Otra vez han entrado en nuestros hogares ¡pero no nos doblegarán!

A todo esto, Henri comentó:

–Aún no se ha dicho con qué símbolo esotérico vamos a enfrentarnos a la Alemania nazi.

Juliette tomó la palabra de nuevo:

–Os veía tan entusiasmados que prefería escucharos, mientras os dibujaba en este papel el símbolo. Se trata de algo bien sencillo y poderoso:

¡La Cruz de Lorraine! (Lorena), conocida como la Cruz de Anjou, de origen bizantino.

NOTA: Curiosamente esta cruz también es el símbolo de la Asociación Internacional de la Lucha de la Tuberculosis, creada en 1902. En España cada 12 de octubre, desde 1960, se usa la Cruz de Lorena en la ofrenda floral a la Virgen del Pilar, en Zaragoza. Y de idéntica forma se venera esta cruz como La Cruz de Caravaca, en Murcia. El palo o barra de la cruz primera es la de Cristo, y la segunda barra horizontal, un poco más larga, representa la muerte y el sacrificio de sus discípulos y de todos sus seguidores. Para otros el primer travesaño representa el Titulus Crucis (Jesús de Nazareth, Rey de los judíos).

–Su radiación protectora es muy grande, –manifestó Armand, para luego sentenciar–: El péndulo así lo expresa (acababa de testar el dibujo).

Didier comentó entonces:

–Viajaré a Inglaterra, ya que allí se reunirán los militares de Francia e invitados de otros países que quieren unirse a la causa, y les hablaré de La Cruz de Lorena. Presente como está en muchos lugares históricos de Lorena, particularmente en la ciudad de Nancy en el noreste de Francia. Ahora que caigo en ello… me resulta curioso que el cerillero de plata perteneciera a alguien que venía de esa ciudad… ¿Estaría investigando por allí alguien con intereses alemanes?

Colette intervino afirmando:

–Conozco bien esa ciudad. La puerta Craffe en Nancy, es parte de lo que queda de una importante fortificación medieval del siglo XIV. Sobre la misma se puede ver la Cruz de Lorena horadada en la piedra, bajo un arco ojival y rodeada por cuatro ventanas con gruesas verjas de hierro, debajo de ésta hay una virgen de piedra. Es probable que un espía ojeador tomara nota de la fortificación de la ciudad.

La Cruz de Lorraine

Un tiempo después…

 

La Cruz de Lorena fue adoptada oficialmente en 1941 como símbolo de Francia Libre, en oposición a la cruz gamada de la Alemania nazi. Este hecho ocurrió casi de carambola –al menos aparentemente– ya que el líder de la marina de Francia Libre, el vicealmirante Émile Muselier se la propuso a De Gaulle. Al parecer conocía su uso en Francia por parte de una División de Infantería estadounidense en la Primera Guerra Mundial. El caso es que todo fue aconteciendo de manera ideal y con muy buena fortuna. Se engalanó en vehículos y uniformes hasta dos años después de la desocupación. Más tarde, se estableció como Medalla Conmemorativa de los servicios de voluntarios por una Francia Libre. Según decía Churchill, la Cruz de Lorena… ¡la cruz más pesada que tengo que soportar es la del propio De Gaulle por su mal carácter!

Mientras Francia sufría lo indecible y el más terrible drama, en India entraba en juego la fuerza psíquica de una mujer francesa: Mirra Alfassa, conocida como La Madre, compañera espiritual de Sri Aurobindo en Pondicherry, que por aquel entonces era territorio del Imperio Colonial Francés…

Continuará…

LA MUJER QUE ESCUPÍA DIAMANTES – IV

Desaparecen genios de la moda, la literatura y el arte.

El espíritu revolucionario de un yogui, y el poder Supramental de La Madre, Mirra Alfassa.

LA MUJER QUE ESCUPÍA DIAMANTES – II (Género fantástico)

Ayuda del otro lado / Los tentáculos de la Bestia

Por RAI

AYUDA DEL OTRO LADO

  En la reunión siguiente, una vez juntos y tras degustar un té y café con dulces, el abogado extrajo de su maletín una gran cantidad de dinero con su correspondiente recibo. Se trataba de la venta de dos de los tres diamantes materializados por Juliette, y dijo:

–Con esto podréis afrontar todas las deudas del banco y a la vez podréis hacer alguna reforma en el hotel.

Colette y René se miraron agradecidos:

–Además, podremos agrandar la cocina y arreglar algunas de las habitaciones. Hemos pensado quitar el cartel del hotel, para no llamar la atención, y usar varias de las habitaciones para niños sin hogar, y habilitar otras para que las usen tres matrimonios con sus familias. A una de ellas la conocemos, a otras no, pero todas colaborarán con la casa. Haremos todo lo que podamos por darles de comer, y repartir alimentos entre los más necesitados, –dijo entusiasmada Colette.

René añadió: –Prepararemos un almacén adecuado para guardar harina de trigo y centeno, arroz, sal, azúcar, tocino, leche, galletas y otros víveres, y así ayudar al máximo número de personas.

–Eso está bien –dijeron todos. El abogado Didier comentó:

–Antes de que me preguntéis por el tercer diamante os diré que tal y como me dijo Juliette, lo he guardado en la caja fuerte de mi despacho. Más adelante lo cambiaremos por dinero en el lugar que lo he hecho ahora, un conocido barrio de judíos de París (tan solo unos pocos años después el barrio quedó totalmente dañado por el régimen nazi en lo que se llamó Viento Primaveral. Una persecución en la que colaborarían altos funcionarios franceses).

Entró en conversación Juliette, que lucía un collar de piedras negras. Una de ellas tenía unas suaves y finas inscripciones doradas, casi imperceptibles, dedicadas al planeta Júpiter.

–No os preocupéis por la procedencia de la materialización de los diamantes, ya que nada viene de la nada. He obtenido el permiso de los espíritus para extraerlos de la caja fuerte de un banco en el que hay cientos de pequeñas cajas en su Cámara de custodia. Cajas en una zona acorazada que contienen los tesoros de las fortunas de este país. Una de éstas, contiene 15 diamantes en una bolsita de terciopelo negro. Pertenecieron a un judío que falleció en la Primera Guerra Mundial, y que no tiene descendientes. Nadie sabe de la existencia de esa bolsa, ni siquiera el propio banco. Su custodia fue abonada por 50 años. Muchas de estas cajas quedan huérfanas, sobre todo con los conflictos armados, para mayor riqueza de… –Juliette, tosió suavemente sobre su pañuelo y añadió:

–Insisto, nadie sabe la cantidad de diamantes que hay. Y nadie los va a echar en falta. Hay muchos y distintos tesoros repartidos por el mundo a disposición de los espíritus guardianes, para momentos puntuales.

Armand, el librero, ya había leído en sus libros de ocultismo acerca de la materialización, –dijo:

–De vez en cuando se dan estos hechos, en particular en la India y en el Tíbet.

Henri, Didier y el matrimonio mayor Colette y René, miraban y escuchaban en silencio, pues ya habían visto otros fenómenos muy interesantes por parte de su amiga la médium. En cierta ocasión ella trajo un espejo de cobre perteneciente al Antiguo Egipto, propiedad de una amiga suya. Tras la sesión de concentración surgió del espejo una leve niebla azul, y acto seguido todos los allí presentes oyeron los sonidos de unos platillos metálicos y de un arpa o lira. Sonidos que parecía venir de muy lejos y por todos los lados de la habitación, para acto seguido desaparecer como vino.

Luego Juliette dijo:

–Dicen que hay que tener amigos hasta en el infierno, yo los tengo en el Cielo-Astral. Ahora debemos de meditar ¿estáis listos? Tratemos de descubrir soluciones ante lo que se avecina. Dejadme que haga una nueva exploración psíquica en este sentido.

Y entraron en silencio.

Cuando uno se sumerge en la calma de la meditación y actúa como observador expectante, se abre o se crea un espacio de felicidad.

Ahora eran las velas las que alumbraban mortecinamente el recinto, ya que se procedió a apagar las pequeñas bombillas de 125 voltios. A veces su tintineo del ir y venir la luz, molestaba. Mientras que la llamita de las velas creaba el ambiente adecuado para la conexión con los espíritus que ayudan desde el otro lado.

 

LOS TENTÁCULOS DE LA BESTIA

  De pronto, la médium comenzó a hablar y dijo: –Hay unas fuerzas oscuras que buscan la dominación mundial. Más allá de nuestro espacio y tiempo, está viniendo un horrible espectáculo. Algo está naciendo que va a devorar el mundo que conocemos. Se trata de… –titubeó un poco– de algo ponzoñoso, que quiere anular la vida. Veo ejércitos negros, y lo que es peor, muchos franceses colaborando con ellos… ¡con la oscuridad!

Luego hizo una respiración profunda y volvió en sí, aunque tampoco estaba totalmente sumida en el trance. Muchas veces no necesitaba cerrar los ojos para ver lo que luego pronunciaba por su boca. Sólo tenía que concentrarse en una joya brillante depositada sobre la mesa, para desencadenar con ella un torrente de imágenes en su mente. Tal era su poder de concentración.

Esta vez, una copita de anís le aguardaba preparada por René.

Tras recuperarse plenamente, dijo:

–En los próximos años, Francia será ocupada por un ejército negro y diabólico. Portan símbolos extraños –(Luego se supo que algunos de éstos fueron arrebatados del Tíbet, como es la esvástica convertida en un icono de la propaganda nazi).

Después añadió:

–He apartado mi visión de la escena, ya no podía seguir viendo tal locura, muerte y más muerte –balbuceó–, y de pronto su rostro se volvió a mostrar pálido. Entonces Colette preguntó:

–¿Acaso lo divino no nos protege?

Y Juliette contestó:

–Es una lucha que viene de los planos inferiores del astral. El olor a azufre y a un gas pestilente lo impregna todo… y se extiende como corrientes de aire infectando por el norte de Europa, Italia y España.

Armand el librero dijo:

–Para vencerlos, nuestra voluntad debe ser soberana para ellos. No hay que tenerlos miedo, si no ¡nos dominarán!

Y luego añadió:

–Todo cuanto existe en la Tierra tiene su contraparte astral. Esto es un hecho, enseñado por las escuelas ocultas. Lo que ocurre en un plano afecta al otro, y viceversa.

–¿Qué quieres decir? –preguntó Henri (que solía acompañar a su amigo a las conferencias de radiestesia parisinas).

–Pensad y reflexionad acerca de las falsas ideas que conducen al ser humano hacia su propia destrucción.

Tras un silencio, como para que los contertulios asimilen sus palabras, añadió: –Tenemos que desechar los viejos hábitos de pensar. Hay que descubrir la manera de vencer este mal, y sobre todo, descubrir aquellas personas, hombres y mujeres que sean puros. Que trabajen con la luz de nuevas ideas y descubrimientos. Solo así podremos vencer a lo que se avecina.

–Pronto imperará solo una ley… ¡la del miedo! –comentó Juliette.

El abogado Didier dijo: –¿Cómo es posible que muchos individuos se desvíen del amor y se conviertan en amos dominadores? –Y luego con cierta firmeza dijo:

–Quien busca dominar, no son humanos. Ni en lo político, ni en lo social, ni en lo sexual –(Didier, era un gran admirador del modisto Paul Poiret, quien libró a la mujer de los corsés y de toda ropa incómoda llevándola a seguir su propio estilo y a descubrir su propia individualidad. Fue precursor del estilo oriental y el primer modisto en crear un perfume. Organizaba grandes fiestas, así le conoció Didier, hasta que se arruinó. Ahora vivía retirado en la campiña francesa dedicado tan solo a pintar, tras escribir sus memorias unos años antes).

Se produjo un nuevo silencio. Los ojos de Juliette estaban fijos en el tapete de color magenta, y seguido pronunció con voz firme:

–¡Debemos colaborar todos juntos!

–Y por supuesto ¡en secreto! –añadió alguien.

Acto seguido se levantó Colette y encendió la luz eléctrica, de las pocas bombillas que alumbraban aquel cenáculo tan especial. Didier volvió a tomar la palabra: –Mientras Collette y René hacen obras y los cambios pertinentes en su casita-hotel, nosotros viajaremos para buscar esas personas especiales, y nos mantendremos en contacto por teléfono. Quizá sea interesante que hagamos una lista de hermandades, logias y escuelas ocultas, para hablar con ellas y así hacer un frente común. Yo conozco a muchos de sus dirigentes. Buscaremos a gente de buena voluntad que esté en nuestra línea, y todos juntos influir en hacer un frente común, contra esta fuerza que parece crecer cada vez más y que ahora amenaza a nuestro País.

Armand añadió con gran entusiasmo:

–¡Pardiez! Hay que defenderse del mal a través de la Ley de la Verdad Absoluta, que es justa.

–Creo que esas leyes espirituales solo intervienen cuando la llamada invocativa es fuerte y poderosa –Interrumpió Didier.

–Amigo Didier, aunque sólo fuéramos una veintena en toda Francia, la fuente universal invisible y poderosa, nos ayudará. –Luego sentenció–: ¡El centro de la vida es el corazón y no podemos permitir que este corazón sea destruido por una fuerza oscura!

Didier añadió:

–Nos enfrentamos de nuevo a la destrucción social y al genocidio como personas, no cabe duda. Dañan la economía de los países y luego restringen sus libertades. Se trata de algo más que geopolítica. Esto es una megalomanía y un poder social que quieren implantar.

–Bien –dijo alguien– busquemos a esas personas y a las hermandades secretas, y utilicemos la Magia Blanca, la Magia de Dios, y de los secretos del Templo de Salomón y del Antiguo Egipto para vencerla.

A lo que René añadió:

–Napoleón, aun con sus errores, mostró siempre una fuerza vital extraordinaria. ¡Evoquemos esa fuerza Napoleónica y busquemos por toda Francia!

Después Colette vertió en las tazas que tenía ya preparadas un nuevo té y café, que degustaron hasta levantarse la sesión.

Continuará…

LA MUJER QUE ESCUPÍA DIAMANTES – III

La estrella de cinco puntas / Guerra de símbolos: La Cruz de Lorraine (Lorena).

La 2ª Guerra Mundial y París

LA MUJER QUE ESCUPÍA DIAMANTES – I (Género fantástico)

El Petit Hôtel París / La Moda en París

Por RAI

EL PETIT HÔTEL PARÍS

  Caminaba por una calle de la ciudad de París mirando cómo las gotas de lluvia rebotaban en sus zapatos. Un trueno le hizo alzar la mirada. Ya estaba frente a la casa-hotel en el que había quedado con un grupo de estudios ocultistas y herméticos. Hizo sonar la campana tirando de una manivela situada al lado del letrero desgastado de porcelana azul-índigo y con letras blancas que ponía “Petit Hôtel Paris”.

 

En una calle-jardín de París

A mediados de los años 30 había una gran cantidad de grupos no-conformistas que buscaban la inspiración en libros, revistas y movimientos filosóficos relacionados con Egipto, Grecia, y los alquimistas de la Edad Media, por un lado. Mientras que otros buscaban y reflexionaban sobre nuevas ideas políticas, moda, arte y los nuevos espectáculos.

La puerta se abrió y una señora mayor de ojos verdes y cabello castaño con gruesos rizos, esbozó una leve sonrisa tras mirar a un lado y al otro de la puerta.

–Hola Henri -dijo la señora.

–Hola Colette.

Colette era mujer de René, y dueños de la casita hotel.

Francia se hallaba sacudida por la crisis financiera que azotó al mundo unos años antes, en 1929. La vida social estaba ralentizada y su recuperación se presentaba lenta, y según la médium Juliette (nombre que proviene del mes de julio y corresponde al planeta Júpiter) se avecinaba una época apocalíptica.

Pero aún sería peor para España, Alemania, Italia, Inglaterra y los Estados Unidos. Los gobernantes, como tantas veces ha ocurrido y ocurrirá en el futuro, eran incapaces de detectar con claridad lo que ocurría, ni las causas reales de la crisis. Los parisinos pasaban hambre. Los niños y ancianos eran los más vulnerables. Pero nada comparado con lo que ocurriría en los años siguientes.

Tratar en la reunión sobre qué peligros amenazaban a Francia y en particular a los ciudadanos parisinos, era el motivo de la tertulia de ese día, y también las circunstancias económicas por las que estaban pasando los dueños del pequeño Hotel París. Como cada viernes y una vez al mes, la reunión se llevaba a cabo en un salón acogedor de la parte baja del hotel. El mismo se hallaba ubicado tras lo que era una bodega de vinos, ahora llena de cajas de madera y sillas antiguas. Una pequeña puerta daba paso a la sala de reuniones. La habitación aparecía con estanterías llenas de libros antiguos, protegidos algunos con puertas de cristal y otros con cortinas de terciopelo rojo, y cajones cerrados con llave. En un lado había una gran mesa de roble rectangular, donde cabían doce personas sentadas cómodamente. Sobre ésta había distintos libros, entre ellos se apreciaba la obra de Zanoni y una esfinge egipcia de loza azul brillante del tamaño del libro.

A un lado de ésta y en un rincón, una mesa redonda con seis sillas servía de cobijo y lugar de encuentros. Aquí los amantes de los libros y de las tertulias filosóficas mostraban la esencia de sus pensamientos y reflexiones. En esta mesita se hablaba de psicometría, de radiestesia, de astrología, de quiromancia o lectura de las manos, de metapsíquica, de arqueología del Antiguo Egipto, de talismanes y piedras mágicas.

Según decían, los libros daban conocimiento, y los objetos mágicos servían para aprender a desarrollar la concentración y la meditación. Ambos eran los medios para llegar a la luz.

En la última reunión la médium Juliette dejó caer que había que prepararse mental y físicamente para un nuevo conflicto que se asomaba en el horizonte, tal y como lo había visto repetidamente en sus visiones.

También dijo, que el vulgo nada sabe de poderes sobrenaturales. La gente, como nunca ha estado preparada para un entendimiento superior, no puede acceder a este drama que se avecina. De ser así, las escuelas de iniciación y sabiduría no existirían. El poder del hombre es grande, y ha sido conocido desde que los Maestros Divinos plantaron la semilla del Conocimiento en los albores de la humanidad…

Ahora en el salón, se hallaban ya sentados en la mesa redonda la médium Juliette, hija de un comerciante de perfumes. Didier, que es un ilustrado abogado, conocedor de algunas hermandades esotéricas de Francia y Europa. Y Armand, un librero zahorí o rabdomante que usa un péndulo además de la horquilla de avellano y era un miembro de la Asociación de Amigos de la Radiestesia fundada en 1929 por el sacerdote Alexis Bouly.

 

LA MODA EN PARÍS

  La moda en París comenzaba a estar en auge. Juliette vestía con los diseños de Jeanne Paquin, de la Rue de la Paix, fallecida tres años antes en plena fama. Juliette afirmaba entrar en contacto de vez en cuando con su espíritu. La conoció en vida y la veía como una mujer fuerte y extraordinaria, que luchaba por la liberación de la mujer a través de la moda. Jeanne era también una gran admiradora de los ballets rusos y de su arte. A Juliette le gustaba llevar el abrigo quimono de sobrios colores diseñado por su admirada amiga Jeanne Paquin.

En el nº3 se hallaba la tienda de la diseñadora Jeanne Paquin.

Colette, pareja de René y dueños del Petit Hôtel París, viste de manera frugal. Lleva un vestido azul turquesa que hacía honor a sus ojos verdes, junto con una chaquetita de lana de color oscuro que cruzaba con elegancia sobre su pecho.

René, su marido, un hombre mayor, vestía humilde pero elegante, con ropa de color gris y marrón.

En cambio Henri, lleva un traje de lana color marrón, con ojales cruzados y camisa de color crema con rayas muy finas formando cuadros. Con la corbata y la gabardina, le hacían parecer un comisario de policía.

Didier, el abogado -así le llamaban-, llevaba el cabello con un buen corte a los lados y en la nuca, dejando más volumen en la parte superior para peinarlo hacia atrás, bien engominado para que no se mueva como era la moda. Viste un traje de color oscuro con pañuelo de seda en su bolsillo superior, y una camisa blanca. Un abrigo largo, guantes, y el paraguas completaban su atuendo, lo que hacía de él un hombre distinguido. Ya no se llevaba barba, y rara vez un grueso bigote tan popular en esa época. Aún así, él llevaba un fino bigote del estilo del actor Errol Flynn. Para entonces las gafas oscuras eran sinónimo de espía o tramposo, y ya no se llevaban. Eran tiempos austeros y la extravagancia estaba mal vista.

Armand el librero y radiestesista, vestía con un grueso jersey de nudos en azul marino, y pantalón de pana marrón oscuro, coronado por una boina de color índigo, bien ladeada sobre una de sus orejas.

Una vez que se saludaron, se sentaron los seis y volvieron a retomar la conversación de la última vez.

Luego se hizo una sesión de mediumnismo.

Tras las visiones, y ya de nuevo incorporada en su cuerpo físico se le acercó a Juliette media copita de ginebra para reanimarla físicamente. Tras un pequeño sorbo dijo:

–Se trata de Alemania.

–¡Otra vez los alemanes! –Espetó sin ningún tacto René (había perdido a sus padres en la Primera Guerra Mundial), y añadiendo un bufido dijo:

–¿No tuvieron suficiente con la primera Gran Guerra?

Juliette, respondió con voz casi apagada:

–El conflicto que viene no va a ser solo de oscuros uniformes militares, sino de… una inmunda pestilencia psíquica, de ¡fuerzas paranormales!

Luego con un poco más de fuerza en su voz, añadió:

–¡Algo tenebroso y oscuro se alzaba en el horizonte! Veo que la confrontación va a ser diferente a todas las anteriores de 1870 y 1914.

–Analicemos esto –añadió Armand.

El grupo compartió opiniones y comenzaban a dibujarse planes y objetivos…

En esta ocasión trataron sobre los gastos que costaba el mantenimiento del pequeño hotel. Colette y René estaban endeudados dada la situación social de pobreza que se vivía en la ciudad. Y esto les preocupaba porque estaban a punto de perderlo todo. Los bancos apretaban sus zarpas legales y el señor Didier, abogado, ya no podía contenerlos más.

Nuevo trance de la médium.

Juliette, volvió a entrar en un estado profundo de la mente. Pidió hacer un silencio. Después pronunció unas ininteligibles palabras y cayó en trance. Un fuerte trueno, de la tormenta que caía en el exterior, retumbó en toda la casa. Al poco, Juliette abrió la boca y depositó sobre una taza vacía de té, la conocida forma lechosa de ectoplasma, un fluido psíquico, que en la experiencia repetitiva de otras reuniones lo había convertido en algo ya conocido (se trataba de una sustancia blanca de composición desconocida que se produce en un estado modificado de conciencia. Una sustancia energética o etérica que se materializaba por el poder mental de la médium). Pero esta vez había algo peculiar en él. Había una luminiscencia en la masa vaporosa. Se esperó a que Juliette saliera de su trance y tomara unas respiraciones profundas. Su cara pálida, siempre que caía en trance, se volvía ahora más rojiza. Luego tomó delicadamente la taza y vertió su contenido sobre un platito, y entre la espuma ligeramente luminosa, aparecieron tres diamantes brillando a la vez que ésta desaparecía.

 

El hotel era una pequeña opción al Gran Hôtel de París

Cómo ocurrió esto merecerá nuestra atención más adelante. El caso es que todos se miraron y comprendieron que allí estaba la solución al problema del hotel. En Metapsíquica se estudia el fenómeno del ectoplasma de los médiums sin llegar a comprenderlo todavía. Curiosamente a la vez que esto ocurría en París, en un poblado de India, durante una ceremonia de fuego llamada Agni-Puja, el yogui estando situado frente a grandes llamaradas de fuego con las manos unidas frente a su pecho materializó por su boca tres pequeños lingams de cristal de cuarzo, que recogieron con una gasa de seda blanca, los sacerdotes que a su lado pronunciaban mantras en forma devota y ceremonial.

Continuará…

LA MUJER QUE ESCUPÍA DIAMANTES – II

Ayuda del otro lado /Los Tentáculos de la Bestia.

40 ANIVERSARIO DE LAS III JORNADAS IBÉRICAS TEOSÓFICAS EN SABADELL, 7 de junio de 1980

Queridas hermanas, queridos hermanos, querida Presidencia:

Centro Dzyan de Leonardo

 

Jornadas Ibéricas de T

Libro

Como es costumbre en estas Jornadas que cada Rama trate un poquito su forma de ver la Teosofía, aprovecho esta extraordinaria oportunidad para decir lo siguiente:

Nuestra querida H.P.B. tiene que estar contenta, observe desde donde nos observe. Y nosotros haremos que lo esté más aún con unos encuentros y unas jornadas elegantes, comunicativas y fraternales.

Hace un siglo, y como cada último cuarto de los mismos, se hizo un gran esfuerzo por irradiar luz y mostrar ciertas verdades. Pero sobre todo se nos mostró que el sendero del discipulado no es fácil de ser hollado y la senda de la iniciación ha de seguirse con los hombros rectos, el corazón puro y una voluntad dirigida.

Se nos dice que el Iniciado es un guerrero cubierto de cicatrices… el vencedor de muchas luchas, de muchas batallas, y esto me hace pensar y ver las cicatrices de nuestra Sociedad Teosófica y por lo tanto su ¡grandeza!

 

Rukmini Devi y Leo

La Sociedad Teosófica, como sabéis muy bien, nunca pretendió ser la única depositaria de la Sabiduría Eterna, muy al contrario, siempre afirmó que perteneció a la humanidad misma, y aun hoy, la Sociedad Teosófica es un misterio, una creación con un propósito muy definido… propósito que habrá de entrar en actividad un siglo después de su creación… ¡o sea, ahora!

Preparemos pues nuestra conciencia interna dirigida de una forma receptiva a las futuras vibraciones, yo diría que Shambálicas, que van a comenzar a darse muy pronto, en esta época.

Como sabéis, todo está muy materializado; en 1980 hay una gran pérdida de valores espirituales, de moralidad, diría yo; pensamos demasiado en las comodidades, en la comodidad desnaturalizada, en dar importancia a la parte menos significativa y no a la que realmente nos perjudica; esto habría que meditarlo, como dice muy bien nuestro hermano Olivares; hay prejuicios, mente no flexible, pasiones, caprichos, sensualidad, falsedad y un largo etcétera, barnizan a nuestra actual sociedad. Desde luego que nada de esto conduce al hombre al portal de la Iniciación, y la Teosofía se encuentra con este “caos”; ¿qué hacer? La Madre Naturaleza, en la actual ronda, es la última en la que va a reinar el Kali-Yuga, el desbarajuste; el planeta en sí, podemos decir que no va a permitir más contaminación mental, no más contaminación emocional, no más contaminación física, y dentro de muy pocos siglos, el karma negativo generado habrá que ir a pagarlo a otra parte en la que no habrá tantas oportunidades de expresión como las que tenemos ahora.

 

Petri y Rukmini Devi

Sabemos que el planeta tierra, dentro de muy poco y ya en la Era Acuariana, exige que ésta sea formada a través del “fuego” de la Disciplina, del Sacrificio y de la Humildad. Esta nos llevará, poco a poco, a la realización del Plan que en su día nos manifestó nuestra querida Sociedad Teosófica.

Pocas veces se ha comprendido a nuestros queridos fundadores y a menudo no se les ha interpretado bien. Nuestros fundadores, los Grandes y los más Pequeños, ofrendan todo lo que el mundo considera de valor, en un servicio altruista, hasta incluso ofrecer la propia vida como dádiva final. Para luego descubrir que aquellos a los que se les enseñó, rechazan la ofrenda, la desprecian y la critican.

Pero esto ha ocurrido siempre y al Iniciado no le importa, ya que tiene el privilegio de ver el futuro y reconocer que la “fuerza” por él creada cumplirá el plan a su debido tiempo y ese tiempo ha llegado.

 

Salvador Sendra de la Editorial Orión y Leo

Se dice que “quien tenga oídos para oír, que oiga, y quien tenga ojos para ver, que vea”… ¡Menos mal que el núcleo moral del Universo es inquebrantable! Yo quisiera desde aquí, agradecer a los hermanos de Portugal y de España, que desde hace años vienen corporizando y materializando todos estos Grandes Pensamientos, decirles que la juventud de hoy día os envidiamos (si cabe aquí esta expresión) y os agradecemos que nos hayáis dejado marcados los pasos en esta Senda que hacia la futura Era Acuariana nos conduce.

Por Leonardo Olazabal Amaral

Presidente-Fundador de la Rama Dzyan, Bilbao.